ESCRIBE: ALEJANDRO ZAPATA PEROGORDO.
CONSPIRACIONES, INQUISIDORES Y CONTRAPESOS.
Escribe. │ Senador de la República, Alejandro Zapata Perogordo.
Lo que ocurre al final de cada sexenio: "muera el rey, viva el rey". Sobre todo en nuestra cultura de un acendrado presidencialismo; ¡lo que usted ordene señor presidente! Y, así, comenzamos a ver reuniones, entrevistas, especulaciones, entrega infinita de curriculums, recomendaciones, sugerencias y hasta conspiraciones, estas últimas, muy recurrentes por cierto, enfocadas a unir esfuerzos para que no llegue determinada persona a algún puesto, ya que deja fuera a los propios conspiradores. Pues bien, ya empezamos prácticamente el nuevo sexenio.
La administración que termina va a estar en el ojo del huracán: ¡eran ingenuos, no sabían hacer las cosas!, ¡dejaron hecho un batidillo todo!, ahora les vamos a enmendar la plana, etc.
¿ Que nos sorprende ?, así han sido las cosas en este país, siempre de un sexenio a otro se presentan esas manifestaciones, o ¿que?, ya se nos olvido aquella célebre frase de López Portillo a Echeverría, cuando le recrimino con lapidarias palabras: ¿tú también Luis?
En efecto, agoniza el calderonismo y se inicia el peñismo. Quedaron atrás épocas de devaluaciones, desestabilización y entramos a la etapa de la inseguridad y consolidación institucional.
Los retos que tiene la nueva administración, y la forma de enfrentarlos, son claves para la gobernabilidad futura del país, máxime que comienza nuevamente un año electoral, ya que en el 2013 habrá catorce procesos en igual número de entidades.
Por lo pronto, el PRI echo mano de sus legisladores en el Congreso, en un asunto sensible como es la Ley del Trabajo, terminando con desencuentros, tanto con la izquierda como con el PAN, si continúan de esa forma, va a repercutir en un alejamiento de las fuerzas políticas.
Los resultados electorales, en términos generales, dan tercios tanto para el PRI, el PAN y la coalición de la izquierda, así que hacer a un lado a cualquiera de ellas, puede traer consecuencias, ya que todas tienen una representación social. Los mismos electores determinaron la conformación de las Cámaras y estas se convierten en contrapesos del propio poder ejecutivo, por lo tanto es fundamental la construcción de mayorías para avanzar.
Las anunciadas reformas estructurales, que además son necesarias, difícilmente podrán salir si se utiliza la política del calzador, haciendo únicamente cálculos aritméticos, esos tiempos ya pasaron, aunque hay quienes le apuestan todavía al uso de métodos duros y cerrados. Sin embargo Peña tiene dos cuestiones por definir: la primera es interna, entre los propios grupos de su partido, los mismos gobernadores que andan sueltos, los liderazgos corporativistas que pretenden obtener espacios, meter orden en los liderazgos tradicionales y establecer una línea de mando que había dejado de existir. Por el otro, determinar el rumbo que necesita el país, lo que no puede hacer por sí solo, requiere de los líderes sociales y de las Cámaras, en consecuencia, el respaldo de grupos externos es fundamental para tomar decisiones con legitimidad.
En este rubro requiere un inicio que marque el destino por venir, la aplicación de la ley, caiga quien caiga es un imperativo que a gritos reclama la sociedad, no solamente por la delincuencia organizada, cuyo combate no puede estar a discusión, sino también por aquellas personas, cuyos excesos están a la vista de todos. Además, velar porque los procesos electorales se den bajo condiciones de equidad, evitando los acostumbrados abusos. El dialogo y la razón deben ser fuente inacabable para entrar a un quehacer político de altura, sin imposiciones, ni autoritarismo, simplemente bajo condiciones de respeto y orden.
No se puede exigir ni esperar aquello que no se está dispuesto a dar.
CORRIENDO EN CÍRCULO.
Cuando dábamos por hecho la inminente aprobación de la reforma laboral, ahora se ha entrampado. Se avienta la pelota de un lado para otro, las descalificaciones al orden del día y el atorón en su apogeo.
No es solamente la reforma laboral, estas cuestiones traen más fondo. La primera discusión que se presenta se refiere a la calidad de la iniciativa; ¿sigue o no, siendo preferente?, no es un asunto menor. El trámite para la iniciativa preferente es una innovación constitucional en favor del Ejecutivo Federal, para obligar al Congreso a tratar determinados asuntos en carácter de prioritarios, en otras palabras, se hizo para romper intereses y evitar la congeladora. Lo sorprendente en este caso, son las propias manifestaciones que por conducto de sus dirigentes y representantes ante las Cámaras hizo el propio PRI, al señalar que con el transcurso del tiempo la iniciativa preferente que presento el Presidente de la Republica ya no cuenta con ese carácter, y digo que me causan gran sorpresa esas afirmaciones en tanto que apenas iniciamos con el uso de esa prerrogativa del ejecutivo y ya la estamos echando para atrás. ¡Somos muy rápidos para desvirtuar las leyes!, sin embargo, por no querer entrarle, se corre un riesgo enorme con esos argumentos, apenas va a comenzar el sexenio de Peña y ya le están quitando la posibilidad de atender 24 iniciativas preferentes, circunstancia que se asemeja a la caricatura del coyote queriendo atrapar al correcaminos, corriendo en círculo.
Y todo esto, ¿porqué?
En realidad es sencillo de explicar, complejo de comprender la actitud obcecada del PRI. Todos estamos conscientes de la necesidad de una adecuación a la ley laboral, pues esta fuera de época, tiene más de cuarenta años. El discurso unánime sin excepción, fue en ese sentido, se encuentra desfasada y es imprescindible ponerla al día, que ahora algunos por intereses especiales, hayan cambiado su punto de vista, es otra cosa, el acto inicial consistió en señalar la reforma como una prioridad para el país.
Se entienden los respingos de líderes en temas sensibles; transparencia, rendición de cuentas y democracia sindical. Aunque por otra parte son cuestiones por demás saludables, ya no es posible que existan sindicatos pobres y dirigentes ricos, con enormes privilegios y prebendas a costillas de la clase trabajadora. Además, uno de los principios básicos de la democracia es la elección libre de sus representantes.
Esos dos rubros tienen conexión con la modernidad del país, son principios que han sido incorporados a la propia constitución y recogidos en muy diversas legislaciones. No tendría porque asustarnos, por el contrario, fortalecería la vida sindical y las agrupaciones de la clase trabajadora, habría mayor legitimidad en sus diligencias y ello redundaría en una evolución de la democracia nacional.
¿Quienes se oponen a ello?
Es obvio, quienes tienen el temor de verse descubiertos o desplazados de sus canonjías. Aquellos que carecen de confianza para ser elegidos nuevamente como representantes obreros. No lo percibo de otra manera, pues quienes han actuado bien y cuentan con el apoyo de su gremio, lo lógico será que conserven y fortalezcan su liderazgo.
¿Porque el PRI se resiste?, si es algo de sentido común, inclusive hasta para elegir en este país a las sociedades de alumnos en las escuelas, se hace por el voto libre y secreto de los estudiantes. En las Cámaras de legisladores para elegir personas, se realiza de igual manera, esa oposición me parece absurda, injustificable. Pretender la defensa de los líderes sindicales que soportan el corporativismo de ese instituto político en contra del avance del país, es verdaderamente incomprensible.
Diría por ultimo: ¿para qué tanto brinco, estando el suelo tan parejo?
PARTIDOS POLÍTICOS Y SUS RETOS ACTUALES.
Difícilmente puede abordarse este tema con responsabilidad sin tocar cuando menos dos aspectos que son fundamentales. El primero consiste en tomar en consideración los factores históricos, económicos, sociales, políticos, institucionales y culturales, tal como lo señala el académico Dieter Nohlen. El segundo es determinante para definir como lo dice con claridad el investigador Lorenzo Córdova Vianello; "esas instituciones deben ser parte importante de un engranaje mayor para alcanzar la gobernabilidad y consolidación democrática".
Bajo esa perspectiva estamos en posibilidad de ubicarnos en un panorama multidimensional que nos obliga a observarlo desde diferentes ángulos procurando otorgarle integralidad a partir del contexto actual. ¿que son los Partidos Políticos hoy en día y que deberían ser?
Este aspecto desde el ámbito de la norma fundamental se encuentra superado en el artículo 41 constitucional, al considerarlos como entidades de "interés público", cuya finalidad consiste en propiciar la participación del pueblo en la vida democrática del país y contribuir a la y o integración de la representación nacional. Como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de estos al ejercicio del poder público, de conformidad a sus programas, principios e ideas.
En México tenemos un sistema de Partidos como esquema predominante, ya que también es prerrogativa de los electores el votar por personas apartidistas y falta caminar en candidaturas independientes, que serán cuña para los partidos políticos. También es de considerar que la evolución mexicana ha sido lenta, aunque exitosa, pues en las últimas décadas se ha transitado de un sistema de partido hegemónico a una pluralidad de partidos. Este camino gradual se fue llevando a cabo a través de reformas electorales, siendo las más significativas a partir de 1977, 1986, 1990-91, 1994, 1996 y 2008.
Con ello se ha ido delineando la democracia electoral, la que se fue construyendo de manera progresiva y, los Partidos Políticos han tenido un papel preponderante para avanzar en la solución de los problemas que atañen en la consolidación democrática del país, aun inacabada, con altibajos, particularmente por las crisis de identidad.
De ahí la importancia en reconocer que existen retos por enfrentar, circunstancia que se acentúa por tradiciones y cultura política sumamente arraigada en nuestra idiosincrasia social. Si bien es cierto que hemos arribado a la alternancia y desterrado el sistema predominante presidencialista, aun persisten polvos de aquellos lodos. En esa tesitura surgen los resabios y encuentran eco posturas que rompen con las reglas del juego consensadas y por lo tanto vulneran y socavan la vida institucional.
Una de las premisas esenciales en la transición, fue establecer las reglas del juego para competir por el poder político, parafraseando al maestro Norberto Bobbio; ¿quién está autorizado para decidir? ¿Cómo se decide? y ¿bajo cuales procedimientos?
En contrapartida, la realidad presente es que los Partidos Políticos se encuentran desprestigiados, entre las razones de ese demerito se localizan los recursos y gastos excesivos, la opacidad, la corrupción interna y en campañas políticas, el distanciamiento con la ciudadanía, la falta de democracia interna, las luchas intestinas, el alejamiento entre sus principios ideológicos y sus acciones, además de la tendencia al caudillismo.
Por otra parte, como atinadamente lo define el maestro José Woldenberg, no existe una democracia sin un sistema equilibrado de partidos políticos. Estos son insustituibles y por lo tanto se tiene que apostar por su vigorización.
En la actualidad existe un proceso de pos transición nacional y se necesita a los Partidos Políticos para arribar a la consolidación democrática y el fortalecimiento y modernización de las instituciones del Estado, sin embargo, estos no han logrado ser fieles expresiones de pensamiento, al caer en la vorágine de los procesos electorales permanentes y algunos de ellos, se encuentran cooptados por los poderes facticos.
Tal parece que estuviéramos atrapados en callejones sin salida. Las estrategias solo se han encaminado a la función electoral; por una parte la apuesta al fracaso del adversario para incrementar posibilidades de éxito y por otra el postergar satisfacer las necesidades del país, hacen del avance nacional una carrera de tortugas. Es necesario entender que el pluralismo llego para quedarse y tenemos que aceptar esa premisa que nutre y enriquece la vida política mexicana. Ahora lo que se necesita es contar con verdaderos Partidos Políticos, modernos y eficaces, oposiciones responsables, dispuestas a confrontar y debatir las ideas, pero sobre todo pensar más allá de los procesos electorales y las contiendas políticas, que surjan las conductas con altura de miras, que abran paso a la voluntad transformadora cuyo propósito principal sea el bien de México y los mexicanos.